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¿Qué modelo de desarrollo para Bolivia?

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Fuente del artículo de prensa
Autor del artículo de prensa: 
Anna Bednik. Traducción para ALDEAH : Cecilia Franco
Fecha de publicación: 
Lunes, 1 Marzo, 2010

Bolivie - élections décembre 2010Bolivie - élections décembre 2010En diciembre de 2009, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución denominada “Armonía con la Naturaleza”. Presentada por Bolivia, pretende incluir en la agenda de esa organización un análisis de la ruptura del equilibrio entre los seres humanos y la “Madre Tierra” a fin de generar un debate sobre las proposiciones y las iniciativas a favor de una vida en armonía con la naturaleza.

Una nota de prensa difundida por el gobierno boliviano afirma: “(el concepto de armonía) busca tanto el bienestar humano presente y futuro, como el de la naturaleza. No puede haber bienestar ni desarrollo humano si destruimos nuestro hogar” [1]. En la cumbre de Copenhague sobre el cambio climático [2], Bolivia persigue la misma meta exigiendo el reconocimiento de una deuda climática y la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática, cuyas sentencias sean vinculantes e inalienables  [3].

Por fin, respondiendo a la invitación del presidente boliviano, los movimientos sociales del mundo entero se dieron cita en la “Conferencia mundial de los pueblos sobre el cambio climático y los derechos de la Madre Tierra” [4]. Ésta se desarrolló en 2010 en Cochabamba, ciudad que ya había acogido en octubre de 2009 una primera sesión del Tribunal Internacional de Justicia Climática, una corte de opinión formada por organizaciones sociales de diferentes países, parecida al Tribunal Russell (1967) y al Tribunal Permanente de los Pueblos (1979).

Para numerosos movimientos sociales latinoamericanos y mundiales, el presidente boliviano aparece hoy en día como uno de los pioneros en el combate mundial por la protección del ambiente, el portavoz y motor de un ecologismo de los oprimidos, defensor infatigable de la Pachamama y de la visión indígena de la naturaleza, opuesta a la concepción capitalista de la explotación indiscriminada de los recursos naturales.

La reelección triunfal de Evo Morales en la presidencia (con más del 63% de sufragios) y el dominio del Movimiento al Socialismo (MAS), de los dos tercios de curules en la nueva Asamblea Plurinacional, reavivan las esperanzas. El presidente y su partido-movimiento tienen ahora carta blanca para concluir la puesta en marcha de los grandes proyectos que los han llevado a la cabeza de ese país andino-amazónico: la formación de un estado plurinacional, las autonomías (no solamente departamentales, municipales y regionales, sino también originario-campesinas), la organización de la sociedad en función del principio de “vivir bien” y del respeto de la Pachamama, si uno se atiene al discurso del presidente boliviano en la escena internacional. “¿Será Bolivia el espacio de gestación de un nuevo sistema de organización de la vida planetaria? ¿Será Bolivia quien ofrezca la clave para comenzar esa nueva era de la humanidad, la era del vivir bien en el no-capitalismo?”, se pregunta, como ejemplo de muchos otros intelectuales de izquierda, la investigadora mexicana Ana Esther Ceceña [5].

Sin caer en el maniqueísmo simplista, ¿qué ocurre en la realidad?, ¿el gobierno boliviano es socialista, indigenista, ecologista? Pablo Stefanoni, periodista argentino y director de Le Monde Diplomatique en Bolivia, comenta en una entrevista reciente, para la revista en línea Artículo XI: “Esta simpatía progresista (…) puede volverse casi delirante cuando atribuye al proceso de cambio boliviano una serie de atributos que rozan la fantasía pura . (…) Un análisis sociopolítico (…) debe al menos apoyarse en informaciones empíricas que vayan más allá de lo que dicen los actores mismos. A mi juicio, esta aproximación permite distinguir el nacionalismo popular como el núcleo unificador del proceso. Un nacionalismo que, si se presenta con un matiz más indígena que en los años 50, casi ha recuperado en su totalidad el imaginario modernista, industrial y desarrollista de la revolución nacional de 1952, además de los ejes de integración étnica y social, y del Estado providencia” [6].

Para juzgar la pertinencia de este análisis, es suficiente consultar el programa político del MAS-IPSP 2010-2015. Si la aplicación de las disposiciones de la nueva Constitución (la del Estado plurinacional, las autonomías y los programas sociales) permanecen como unos de sus fundamentos, sus principales líneas económicas son el desarrollo del sector agrícola (producción local para un consumo local, antes que nada y en busca de la seguridad alimentaria) y, sobre todo, la explotación de los recursos naturales: “el propósito principal de nuestro Nuevo Modelo Nacional Productivo[…]es crear las condiciones para garantizar un incremento en la producción de los recursos naturales renovables y no renovables con el propósito de garantizar un mayor crecimiento económico […], de tal modo que se lleve a cabo […] un proceso de redistribución de los ingresos” [7].

El programa plantea “El Gran Salto Industrial”, se congratula porque Bolivia  ha reencontrado su vocación minera y prevé un consecuente aumento de la producción de hidrocarburos –ahora nacionalizados– y prevé  la próxima interconexión de las regiones bolivianas gracias a los proyectos carreteros de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) [8].

La voluntad anunciada es pasar de la simple extracción de las materias primas a su transformación, con el fin de generar un mayor valor agregado (producción del acero, de carbonato, de litio, etcétera). No obstante, Bolivia depende aun fuertemente de la renta de las materias primas no transformadas (hidrocarburos y minería) y el excelente balance económico [9] que le valió las felicitaciones del FMI fue, por mucho, gracias a los precios elevados de éstas.

Hoy, los principales proyectos mineros públicos y semipúblicos son la explotación del estaño de Huanuni; de hierro, en Mutun (con una empresa hindú ); cobre de Corocoro (con una empresa coreana); el complejo metalúrgico de Vinto y la explotación de las reservas gigantescas de litio, en el Salar de Uyuni.

Este último proyecto se considera ejemplar, tanto desde el punto de vista del cuidado del medio ambiente –utilización sólo del agua salada, fabricación de piscinas de evaporación con sal del lugar, construcciones desmontables, etcétera– como por su vocación emancipadora: debería propulsar a Bolivia al nivel de los raros productores de carbonato de litio, desde su primera fase –antes de estudiar la posibilidad de producción de litio metálico. Si bien la tecnología de producción se quiere ciento por ciento boliviana, las grandes transnacionales, tales como el grupo Bolloré, se encuentran ya en el seno de un comité científico, aunque todavía privado de poder de decisión. En cuanto a la participación en los beneficios, se considera en provecho de todos los bolivianos y en primer lugar de las comunidades del Salar. Pero a decir del sindicato campesino FRUTCAS, en el origen de la versión actual del proyecto, en su fase piloto (cuyo objetivo es desarrollar una tecnología apropiada), el debate sobre este reparto todavía no había sido comprometido.

En cuanto a otros proyectos mineros, como los demás países de América Latina, generan impactos sociales y ambientales que parecen inevitables, aunque en el caso de Bolivia, el Estado (la Comibol) tiene en estos proyectos una mayor participación. Algunos de ellos provocan conflictos, como la reactivación de la explotación del cobre en Corocoro (departamento de La Paz), iniciada sin una consulta a los habitantes de los alrededores de esta antigua ciudad minera, lo que, con el riesgo de contaminación del agua utilizada por las comunidades campesinas, desata la cólera de una parte del CONAMAQ (Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu, la organización de los originarios de las Tierras Altas de Bolivia, integrante del Pacto de Unidad y actor político de primer plano). Uno de sus dirigentes, Rafael Quispe Flores, originario de Corocoro, reprocha públicamente a Evo Morales por la antinomia entre su discurso sobre el respeto de Pachamama y los hechos.

Al lado de las minas públicas, coexisten las administradas por transnacionales y las tradicionales "cooperativas", como las de Potosí, donde la palabra "cooperativa" no rima con justicia social ni con protección ambiental. Recientemente, el presidente ofreció a los cooperativistas de Potosí dos nuevas refinerías, mientras que nada se ha hecho hasta hoy para remediar la contaminación generada por más de 500 años de explotación de los metales; los inmensos “Diques de San Miguel”, una montaña de residuos tóxicos que reina a la salida de la ciudad imperial, son la manifestación más flagrante.

Más allá del sector minero, también podemos citar la exploración petrolera en el norte de La Paz (una parte de ésta, en un parque natural) que, de la misma manera, en ausencia de una consulta a los pueblos indígenas (Mozetenes y Lecos) potencialmente afectados por la futura explotación, es otra fuente de conflictos entre el gobierno y los indígenas (esta vez con la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia –CIDOB, integrante también del Pacto de Unidad, entre otras cosas– a la cabeza de la célebre “Marcha por el Territorio y la Dignidad” de 1990). Asimismo está la puesta en marcha de proyectos carreteros de la IIRSA, que no se hacen en colaboración real con las poblaciones ribereñas, algunas de las cuales sufren los impactos negativos y se quedan solamente “en el camino” del desarrollo. 

Cierto es que un buen trecho del camino se ha recorrido desde 2005. Las políticas sociales han colocado transferencias directas de recursos a sectores que habían estado desprovistos de ellos (subsidio familiar, renta mínima garantizada para las personas de la tercera edad, los seguros para las mujeres embarazadas, los programas de hábitat, la ayuda médica cubana, la distribución de las tierras a los indígenas y a los campesinos), las élites políticas se renovaron en parte y el discurso emancipador acabó en una reconquista de la identidad y de la dignidad indígenas y campesinas, hoy muy efectiva  y visible.

El gobierno también comprometió una política voluntaria de reconstrucción del Estado, que recuperó el papel productivo y regulador, perdido tras las reformas neoliberales de Sánchez de Lozada, aunque conviene matizar la autonomía del poder, ya que depende mucho de las ONG y de la cooperación internacional [10], particularmente por el financiamiento de ciertos programas y ministerios "progresistas" (entre ellos, el de transparencia, del agua y del ambiente, etcétera).

No obstante, afirmar que el gobierno de Evo Morales está construyendo un modelo de desarrollo inédito e innovador nos parece erróneo, y es difícil no subrayar el abismo que se ahonda  entre los discursos ecologistas del presidente destinados a la comunidad internacional y las prácticas desarrolladas en su propio país.

Notas :

[1] Ver: www.radiomundoreal.fm/Armonia-con-la-Naturaleza?lang=es

[2] XV Conferencia de las Partes en la Convención de las Naciones Unidas sobre el cambio climático.

[3] Leer: Daniela Estrada, "Cambio climatico : La hora de la justicia", en http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=94201

[4] Página de la Conferencia : http://cmpcc.org/

[5] "Es el tiempo de crear el sistema del vivir bien y el manantial está en Bolivia", semanario La Epoca, La Paz

[6] Leer toda la entrevista: www.article11.info/spip/spip.php?article647#nb2

[7] Bolivia país líder, 2010-2015, Programa de gobierno MAS-IPSP, p. 54

[8] El programa político del MAS no habla del IIRSA sino de la “Revolución Vial”, pero los ejes carreteros proyectados son los mismos. Sobre el IIRSA, leer en particular: www.aldeah.org/es/crisis-del-capitalismo-recolonizacion-alternativas-pop...

[9] Reservas internacionales inéditas, excedente fiscal, crecimiento medio de 5% por año (6.2% en 2008) y baja inflación.

[10] Leer: Hervé do Alto, "De la révolutionaux ONG, les «compagnons de route» d'Evo Morales", FAL Mag 94 (septembre 2008) y Antonio Rodríguez Carmona "El Proyectorado: Bolivia tras 20 años de ayuda externa", IntermonOxfam 2008

Términos de referencia:

IIRSA : La Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana

Referencia a los contenidos de ALDEAH
Ver tambien :

Crisis del capitalismo, recolonización y alternativas populares

IIRSAIIRSAPor: Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora, Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra, Prensa De Frente

El mundo atraviesa tiempos donde los antagonismos son terriblemente trágicos. El desarrollo capitalista fuerza al mundo a producir un conjunto de mercancías que satisfacen sólo a un porcentaje mínimo de la población mundial y que, sin embargo, implica el deterioro acelerado y apocalíptico de la tierra, trayendo como consecuencia lógica la puesta en peligro de toda la humanidad. Esta manera de organizar la vida trae además como elemento intrínseco la tragedia de pueblos enteros a través de las guerras de ocupación y saqueo.

Entendemos al capitalismo como resultado de una forma específica de concebir y pensar el mundo; una forma que no nos es propia o inherente. Es la lógica occidental, la civilización occidental y sus formas de entender la vida, los saberes, la que ha generado lo que conocemos como capitalismo. El capitalismo es un producto histórico concreto y no una inevitabilidad de la historia.

Frente a la crisis, ¡por una democracia participativa!

Fecha de publicación: 
Domingo, 1 Marzo, 2009

En estos tiempos de crisis (financieras, económicas, ambientales), la tendencia a replegarse sobre sí mismo es natural y las preocupaciones de largo plazo ya no parecen prioritarias. Es normal. Intentamos salvar lo que poseemos, nuestros logros. Porque las posesiones tangibles, aquello que es material, tiene siempre la prioridad sobre lo que no lo es: antes la casa que la pensión; antes la reactivación económica que la reforma.

Sin embrago, mientras que las crisis son, en realidad, una misma y única crisis sistémica, los dirigentes actuales, tanto como sus socios tradicionales, no cuestionan el modelo de desarrollo en sí. ¿No debemos ver también la crisis actual como el fin de un ciclo de desarrollo, el de los países llamados "desarrollados"?

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