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Mexico, Chiapas : Hace diez años se canceló el proyecto ICBG Maya, ¡Hey!, ¿alguien lo recuerda?

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Fecha de publicación: 
Lunes, 31 Octubre, 2011
Por: 
COMPITCH

El ICBG Maya se canceló un día como hoy, en la víspera de Todos Santos y del día de muertos.

El Colegio de la Frontera Sur (el Ecosur), enfrentado entonces a un creciente movimiento de oposición a su vasallaje trasnacional, disminuida por el desprestigio su matrícula de posgraduados y defenestrada del poder políico la turba priísta que lo apadrinaba, exhausto, resolvió renunciar a su participación en el consorcio de biopiratería ICBG Maya convirtiéndolo en el primer proyecto de bioprospección a nivel mundial en ser cncelado. 

Al centro de esta caída estuvieron los grupos de médicos y parteras indígenas tradicionales de Chiapas que conforman la red COMPITCH y las comunidades donde sirven, apoyadas activamente por un vasto número de grupos y organizaciones de la sociedad civil local, nacional e internacional. Desde entonces, la red COMPITCH ha mantenido, sin concesiones, las banderas de esta defensa, informando en sus regiones, denunciando nuevas tentativas dirigidas hacia lo mismo pero, sobre todo, con su persistente trabajo solidario en la salud comunitaria.

En aquel entonces, el líder del proyecto, el investigador estadounidense Brent Berlin (encargado del herbario del Ecosur y hoy, además, pianista en terapia autorecetada para olvidar aquella humillación que hasta ahora no le permite dormir), al anunciar su gobierno la ratificación de la cancelación del proyecto previno, amenazante, a la red COMPITCH: “Celebren; ganaron una batalla, pero no van a ganar la guerra”. Concientes del carácter estratégico del entuerto, que tras la sentencia del dolido etnobotánico reverberaban las erinias de las siete flotas, que el resto de la jauría trasnacional del sector reclamaría su turno, y de la progresiva disminución en el apoyo (y en la ocupación del tema) de la sociedad civil “organizada” así como también de la prensa escrita “progresista”, los médicos, parteras y asesores de la red COMPITCH tomaron nota y adoptaron entonces una estrategia flexible acorde con los tiempos proyectados.

Una a una se fueron sucediendo las visitas de toda laya de mercaderes, en la forma de Estados o en la de corporaciones, y una a una fueron hechas todas a un lado y neutralizadas. Sin embargo faltaba un desafío, un desafío imprevisto que no llegó por levante sino provino del cuarto de las sirenas, una tempestad urdida desde el concilio de quienes declaran ser de abajo pero viven muy próximos a los modos y mezquindades de los de arriba. Hace poco más de tres años, coincidiendo con el inicio de los trabajos de salud en los confines de la selva y la construcción de un nuevo piso en la defensa de ese territorio, un planificado suceso de conspiraciones cobardes azuzadas por quien se negaba a renunciar a las cómodas ventajas de su membresía usufructuaria, al no lograr hacer mella en la estructura y corazón internos de la red intentó enderezar con delaciones y artimañas un callado bloqueo hacia afuera. Curtidos caminantes de la noche y adiestrados para peores, los compitchs tomaron nota, enfundaron jardines y acometieron por entre las sombras.

A diez años de la cancelación del proyecto ICBG Maya, a varios menos de otras visitas arropadas con distinto traje pero presentadas para lo mismo, y a tres de aquella ingrata alevosía, el saldo es hoy contrario al urdido por las bruñidas manos que buscaron nuestra caída, pero tampoco vino mejor para Zeus tronante, ni para sus fuerzas represoras de camuflaje bandolero, ni para los venales impostores de los membretes sociales que alinean ocasos en bosques y selvas. Nunca, a cual más, ataron a decodificar quiénes o qué era lo que estaba detrás de este impulso bizarro por hacer y desfacer cuanto la realidad de este tiempo reclamaba en sacrificio y alegría de cada uno de nosotros, todo eso que hoy, en prenda de lo que para todos hicimos, en un recodo de palmares venimos a entregarle a nuestra patria: su palabra colectiva ondeando en las leñosas astas campesinas y sus blasones hechos de tierra y manos francas limpios y multiplicados.

Hoy algunas cosas para nosotros han cambiado. El espacio civil organizado que ayer con brazo audaz acompañaba resistencias ha enmohecido o vive de los rescoldos, El estudio y la investigación, en la cómoda frontera de su garantizada retribución fiscal, se alzan de hombros o callan su asumida incompetencia. El pueblo, los viejos luchadores que no sucumbieron al aluvión de promesas y transformaciones visuales, los profesionales de barro venidos de la nada, los jóvenes que ya reclaman su tiempo, las comunidades colectivas, todas ellas viven y alargan manos de constructor para forjar un mundo que nacerá, sin duda, de todas ellas. El COMPITCH, echa su suerte a la suerte de todas esas manos y junto a ellas verá de continuar con la parte que le toca.

Atisbar el horizonte es quehacer de quien lucha y vive para los demás. El calendario en la proximidad advierte esta vez la llegada de un tiempo que padeció nuestra historia hace ya varias décadas. Así que es probable que ahora sí ya no lo logremos, no al menos todos. Hacernos con la sagacidad de Gerónimo en los páramos de lidia postergará un poco los plazos fatales, nos dará tiempo, pero solo un poco. Por ahora, a diez años del hundimiento del ICBG Maya y para desgracia de quienes sufren nuestra osadía o nuestra entereza, la razón Calibán que hizo uno al COMPITCH, vive, amplía rutas y es ariete que abre pecho contra quienes lancean el alma del pueblo.

Lo que hicimos no ha sido obra de seres extraordinarios sino de pies descalzos. No fueron ni son nuestra capacidad de estudio ni las curtidas tácticas ni el denodado esfuerzo o nuestra incapacidad de rendirnos las causantes de que hayamos llegado hoy hasta este punto. Hace tres años, a meses de haber iniciado nuestra labor donde la hiel asechaba, la última línea de un diagnóstico que publicamos sobre la Salud y la Integridad Comunitarias, previendo la posibilidad de un revés, establecía: “La solidaridad será, en todo caso, la última flor en caer.” Y tal vez por eso no nos caímos.

No importa quien firma, da igual, fuimos todos.

San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, en un mundo en el que hoy nos toca vivir, como tantos otros, para que sus frutos sean frutos comunitarios, a 30 de octubre del 2011

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