En la provincia de La Rioja comenzaron a manifestarse conflictivamente las relaciones entre las poblaciones que defienden sus territorios de la minería a cielo abierto, las empresas –tanto las transnacionales como las que crea el Estado para cumplir con la legislación– y el Estado provincial. Dos departamentos están en movilización activa y alerta: Chilecito y Famatina con sus ciudades principales del mismo nombre. Son territorios cuyo telón de fondo son los altos cerros del Famatina, hoy amenazado por la minería.
En este valle, los territorios tienen pequeñas ciudades y poblados tales como Nonogasta, Anguinán, Sañogasta que se imbrican con los viñedos, olivares, nogales y una variada horticultura. Como en casi todo el Noroeste, la región está formada por varias capas migratorias; encontramos europeos y árabes, bolivianos a partir de los años ’60, y desde 1968, colonizaciones de sanjuaninos y mendocinos que portaron sus saberes vitivinícolas. No obstante, sus poblaciones indígenas, con sus sincretismos religiosos y fuertes tradiciones, representan una constante en la cultura riojana.
La Rioja forma parte de ese 75 por ciento del territorio nacional que tiene problemas de agua. La provincia, aun con escasas mediciones, se estima que recibe 230 milímetros pluviales anuales. Pero el problema es el futuro: el recalentamiento global. En las regiones cordilleranas (Noroeste), donde pretende instalarse la minería (de hecho ya lo hizo en Catamarca), son las que esperan mayor disminución del régimen de precipitaciones, es decir más sequía. En esos escenarios de variación de la precipitación para distintas regiones de la Argentina, se muestran los rangos de variación efectiva de la precipitación. En una información publicada por la Revista Ciencia Hoy, el Noroeste es la región que sufrirá el mayor stress hídrico, disminuyendo hacia 2030 hasta el 21% de su caudal pluvial y en 2070 hasta el 53% (Ciencia Hoy Nº 44 de 2008).