Nacido en Cuba, salió de la isla a los 11 años con su familia, rumbo a Estados Unidos. La tierra prometida no le convenció. Como muchos de su edad no aceptó la guerra que su país adoptivo llevaba a cabo en Vietnam, tampoco le agradaban las maniobras políticas del entonces presidente Richard Nixon. Se fue. Buscaba un lugar donde pudiese vivir en paz y llegó al valle de Intag, en Imbabura, donde en 1978 encontró una zona agrícola atractiva poblada por comunidades fuertes y solidarias. Y se quedó allí. “Me encanta la agricultura.” dice Carlos Zorrilla.
La decisión no resulta difícil de entender. La zona de Intag, ubicada en las estribaciones occidentales del volcán Cotocachi, es cálida, verde y francamente bella. Poblado a finales del siglo diecinueve por familias que migraron desde otros sectores de Imbabura, es un distrito sub tropical principalmente agrícola con mucha agua, altos niveles de biodiversidad y unos paisajes espectaculares.
Pero la historia de Zorrilla en Intag no es de felicidad bucólica, de un paseo por las nubes. La paz y la convivencia no llegan con tanta facilidad. Hay cobre en las colinas y dos veces en las últimas décadas empresas extranjeras han llegado buscando explotar los minerales. “La primera vez que sabíamos de la presencia de una minera en la zona”, dice Carlos, “fue a finales del ’94. Era la japonesa Bishimetals, una subsidiaria de la empresa multinacional Mitsubishi. Al inicio la gente no sabía por qué estaba allí.” Al año siguiente las actividades de la minera lo llevaron a él y Giovanni Paz, un sacerdote de Imbabura, entre otros, a establecer DECOIN (Defensa y Conservación Ecológica de Intag) para proteger la biodiversidad de la zona e iniciar proyectos de desarrollo sustentables. “Sabíamos que estos proyectos eran importantes para el futuro de la zona”, opina Silvia Quilumbango, la actual Presidenta de DECOIN. Uno de los productos estrella es el café orgánico, conocido como Café del Río Intag, que se vendía incluso antes de la creación de la ACRI (Asociación de Cafeteros de Intag) ahora la agrupación más importante de caficultores de la zona. Intag también cuenta con una creciente industria turística. “Fue también nuestra iniciativa”, dice Zorrilla.